No apostar, no invertir en la agricultura y la ganadería, no significa solo quedarnos como estamos: significa ir para atrás, ir perdiendo el tren de la competitividad frente al resto de competidores de otros países.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Si hace tan solo un mes alguien nos dicen que el presupuesto agrario de la Junta para 2016 iba a descender un 24,82 por ciento hubiéramos pensado que no andaba en su sano juicio. Con la cosecha más bien mala recién recogida, con los precios nada boyantes de los productos agrícolas y ganaderos y no digamos de la leche, y encima con un panorama económico global que, sin ser fácil, parece que remonta, que cayera la partida dedicada al campo solo podría interpretarse como una broma pesada, o lo que es peor aún, como desprecio.
Pues bien. Eso es lo que ha ocurrido estos días, el presidente Herrera ha presentado el borrador de presupuestos para el año que viene, y la partida de la Consejería experimenta un desplome como no recuerdo otra en mis años de agricultor. Desde 2009, año en el que el departamento contó con una dotación de 700 millones de euros, las rebajas no han cesado y, hoy, siete años más tarde, nos tenemos que conformar con 400 millones. Eso significa que la Junta hoy dedica más de un 40 por ciento menos al sector primario, sin olvidar que, de esos 400 millones presupuestados, casi la mitad se consumen en pagar al personal, los edificios, vehículos y demás elementos que conforman la administración agraria autonómica. Del resto, poco más de 200 millones, cerca de 70 están comprometidos para cofinanciar el Programa de Desarrollo Rural, y se quedan cortos, porque hay todavía que pagar atrasos del anterior. Por mucho que nos lo cuenten y nos lo adornen, con el exiguo presupuesto restante sería de ingenuos esperar que la administración regional respalde la modernización del sector, así que 2016 se presenta desde ya como un año muy complicado para los profesionales del campo de Castilla y León. Eso, sin contar con los problemas de mercado y otras variables a las que siempre está expuesto el sector.
No apostar, no invertir en la agricultura y la ganadería, no significa solo quedarnos como estamos: significa ir para atrás, ir perdiendo el tren de la competitividad frente al resto de competidores de otros países. Qué lejos parece quedar (aunque fueron hace bien poco, la pasada primavera) aquellos discursos del Sr. Herrera, luciendo los éxitos del sector agroalimentario regional, como motor del despegue de las exportaciones. Cuando llega la hora de verdad, la de hacer el presupuesto anual, todo queda en eso, lucimiento.
Pues sí que se han lucido. Y no nos valen esas justificaciones de que dedican todos los recursos a lo social. ¿Qué eran los apoyos a ceses anticipados, planes de pensiones, seguros agrarios o formación más que medidas sociales?
En los próximos días el borrador de presupuestos será llevado a las Cortes para su aprobación. Desde ASAJA apelamos a que los parlamentarios regionales lean con atención el apartado de la Consejería de Agricultura y Ganadería, valoren su evolución desde hace ya siete años y se pregunten si es justo el tratamiento que está recibiendo el sector. En esta legislatura el Partido Popular ya no tiene mayoría absoluta, y, en un parlamento más dividido, no le quedará más remedio que escuchar al resto de grupos. Aunque lo de escuchar y mucho menos hacer caso no suele dárseles muy bien a nuestros gobernantes.