No siempre es fácil negociar. Hace falta apuntar alto y estar dispuesto a perder algo. Todos querríamos ganar más, tener todas las ayudas a nuestra disposición, y, si me apuran, como piden algunos por ahí, que nos dieran un sueldo por no hacer nada y estar mirando la televisión. Pero ¿y eso quién lo paga?
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Hay un refrán castellano que dice que “las a medias ni con la mujer son buenas” (y a la viceversa, ni con el marido). Detrás de este dicho está ese impulso que todos tenemos de ir de por libre, aunque las más de las veces sea a costa de nosotros mismos. Porque si hay algo que uno aprende cuando madura es que solo se llega a pocos sitios. La unidad hace la fuerza, y para emprender cualquier proyecto o enfrentarse a un adversario con éxito hay que partir de una posición sólida, y más aún en un sector tan competitivo como es el agrícola y ganadero, en el que trabajamos desperdigados por el territorio.
Con frecuencia escucho a agricultores y ganaderos quejarse de que en este sector va cada uno por su lado; también es verdad que a veces son los mismos que se quejan los que no aparecen cuando hay una manifestación, o cuando nos reunimos para marcar la estrategia a seguir en defensa de un sector. Bien es verdad que el ejemplo que da la clase política en este país no es el mejor, con los estacazos que llevan semanas propinándose los distintos partidos, esos que dicen estar comprometidos con sus votantes y con las necesidades de los españoles, por encima de cualquier otro interés. Todos dicen querer lo mejor para nosotros, pero por lo visto no son capaces de ponerse de acuerdo ni en lo mínimo. Nadie quiere dar su brazo a torcer y, como los niños, berrean antes de tener que compartir su juguete.
No siempre es fácil negociar. Hace falta apuntar alto y estar dispuesto a perder algo, sobre todo algo de orgullo. Ni un partido ni una organización agraria están aquí para preferir el “ciento volando”. Todos querríamos ganar más, tener todas las ayudas a nuestra disposición, y, si me apuran, como piden algunos por ahí, que nos dieran un sueldo por no hacer nada y estar mirando la televisión. Pero ¿y eso quién lo paga?
En Castilla y León llevamos ya una buena trayectoria de elecciones agrarias. Cada organización se gana su peso con los votos de los agricultores y ganaderos, y ASAJA es la mayoritaria. Nuestros socios nos otorgan su apoyo porque creen que el modelo agrario y ganadero que defiende ASAJA es el suyo. Hay diferencias entre nosotros y otras organizaciones, pero todos estamos obligados a respetarnos y procurar soluciones beneficiosas para todos los agricultores y ganaderos, sobre todo en momentos de crisis, en la que hacer frente común es vital.
En los últimos tiempos, creo que hay que destacar por su contenido y trascendencia el acuerdo común entre las organizaciones agrarias de Castilla y León, con el apoyo de la Junta, en torno a la defensa de la PAC, con el que se logró poner sobre la mesa de la política nacional el tema del ‘agricultor activo’. Un camino en el que todavía hay que avanzar, para que los profesionales sean los legítimos protagonistas de la PAC. La (casi) completa unidad de acción también se consiguió con la ‘Marcha Blanca’, que recorrió este verano la mitad de nuestro país, en una protesta muy importante por agrupar muchas voluntades en un sector tan complejo y vapuleado como es el ganadero de leche.
Estos últimos días de febrero, se ha logrado un principio de acuerdo para poner en marcha la interprofesional regional de la patata. Es de sobra conocido por todos que las veinte mil hectáreas de patata que se siembran en Castilla y León por casi 5000 agricultores pocos años tienen un precio digno y muchos los que trabajando se arruinan nuestros agricultores, hasta el punto que ni compensa recoger el tubérculo de la tierra. El agricultor desea que haya una seguridad y estabilidad en el tiempo, con unos precios regulados, y el mejor por no decir único mecanismo para conseguirlo es una constituir una interprofesional para, campaña a campaña, poner de acuerdo a productores, industrias y distribución, fijando una calidad, precio y hasta momentos de sacar la patata, para no saturar el mercado. Para ello, hay que conseguir el respaldo al proyecto de más del 50% de los agricultores.
En lógica ASAJA tendría que tener más puestos que el resto en la mesa, por ser organización mayoritaria, y así es. Sin embargo, en esta vida hay que tener capacidad de diálogo, ante las dificultades que había para abrir la mesa y la posición cerrada del resto, ASAJA ha hecho una propuesta que ha sido aceptada por todos: pedir de manera unánime el apoyo para crear la interprofesional a todos los agricultores, y una vez que lo tengamos, sentarnos en esta mesa con paridad de puestos para organizaciones y cooperativas. En situaciones como ésta hay que dar ‘el do de pecho’, no pensar en sillones, y centrarnos en lo que es mejor para el sector.
El camino del acuerdo parece el único posible en estos momentos, en el que los precios tanto de los productos agrícolas como ganaderos están bajos, con unos costes de producción demasiado altos y con la amenaza cierta de tener pérdidas a poco que la cosecha se tuerza. Todos los esfuerzos de ASAJA como organización de profesionales, desde la formación, pasando por el asesoramiento, la tramitación de la PAC y el resto de ayudas, la contratación de remolacha, la suscripción de seguros… van encaminados a respaldar al agricultor y ganadero que usa la cabeza, que es responsable y que pelea por la rentabilidad de su explotación. Un profesional que es consciente en la importancia de contar con organizaciones agrarias fuertes como instrumento de unidad y presión frente a los caprichos de la administración o las afrentas de las multinacionales que, por el lado de la venta de nuestros productos y de la compra de insumos, tenemos enfrente