Con el cereal bien planteado, aunque hasta que no se recoja la cosecha no podremos estar tranquilos, es más importante que nunca garantizar producciones. Lo de los precios, como siempre, será lo más difícil.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Por norma general en Castilla y León las primaveras pecan de secas, y por ello la inmensa mayoría de los meses de mayo nos toca hacer rogativas a nuestro patrón, San Isidro, con la esperanza de que caiga al menos un par de gotas de las escasas nubes que cruzan por el cielo. Pero la naturaleza no deja de sorprender, y este 2016 ha traído una de las primaveras más lluviosas que recuerdan los más viejos del lugar. Como nuestra comunidad es muy grande, en las zonas del centro y sur, donde en años secos no llueve prácticamente nada, esta primavera ha caído agua con moderación, mientras que en la parte norte podríamos decir que ha llovido más que de sobra, especialmente en León, donde los agricultores no han podido ni entrar a sus tierras para hacer las siembras de primavera.
Cualquiera que estos días transite por nuestras carreteras verá un campo bien planteado, con el cereal más crecido de lo normal y que los días de viento ‘olea’ que da gusto. Pero a la hora de hacer estimaciones sobre la próxima cosecha, como bien saben los agricultores y ganaderos, hay que tener los pies en el suelo. No es oro todo lo que reluce. Si las cosas siguen como están, nos vamos a encontrar con una situación diametralmente opuesta a la de estos años de atrás, en los que los secanos iban muy justos y solo los regadíos garantizaban cierta producción. Este 2016 la balanza se inclina positivamente sobre los secanos y los pastos, a los que el agua ha recargado. Por el contrario para el regadío va a ser un año malo, porque las precipitaciones incesantes de la primavera no han permitido realizar las tareas de siembra en condiciones, lo que ha afectado especialmente a remolacha, maíz, patata y girasol. Producciones de regadío, no olvidemos, con mayor valor y peso en la renta agraria final.
También van a salir perjudicados en sus perspectivas de cosecha forrajes como la alfalfa, porque con un tiempo tan lluvioso no ha sido posible tratar en tiempo y modo las plagas, ni tampoco se va a poder segar en el momento idóneo ni dar los cortes habituales, por lo que mermará la producción.
Con estas perspectivas, ahí va un consejo de agricultor: en años como éste, tan lluviosos, es más fácil que agarren las tormentas y que además sean dañinas, por lo que es crucial asegurar la cosecha para garantizar nuestros ingresos.
Segunda cuestión. Nos tenemos que ir preparando cuando los familiares, vecinos, compañeros, etc. que viven fuera regresen este verano al pueblo y digan que con este año tan lluvioso nos habremos “forrado”. Porque lo cierto es que en Castilla y León, sumando regadío y secano, y añadiendo la variable que suponen los precios, la renta agraria total será normal, y en poco se notará el incremento respecto a los años anteriores; menos aún si tenemos en cuenta que la ganadería no vive precisamente un buen momento.
Y la tercera cuestión, que se nos escapa aún más, es la de los precios. El cereal tiene unos precios bajos, y eso no depende de si hay una cosecha buena o mala en España, porque de cualquier forma somos deficitarios y consumimos más de lo que producimos. La llave de los precios la tienen los grandes especuladores de los mercados bursátiles internacionales; ellos determinarán sin piedad el precio del cereal, muy vinculado también al del petróleo.
Ante estas circunstancias, solo cabe desde esta casa recordar lo que está en la mano del agricultor para proteger sus ingresos, que es hacer el seguro, aunque ojalá que no haya que utilizarle. Y también desde ASAJA deseamos que los agricultores de Castilla y León que recojamos todos los kilos posibles, porque los gastos en la cosecha ya los hemos hecho.