En esta legislatura autonómica el sector agroganadero va camino de alcanzar importantes acuerdos con Medio Ambiente, o al menos se percibe que el consejero intenta cambiar las cosas para mejor. Pero lo importante es que estos avances se consoliden en el tiempo.
José Antonio Turrado. Secretario General ASAJA Castilla y León
En pleno verano, algunas cuestiones que nos preocupan y ocupan a los agricultores y ganaderos tienen que ver con el medio ambiente y con la gestión política que se hace en ese departamento de la Junta de Castilla y León. Véase si no que un día sí y otro también aparecen noticias de los importantes daños que ocasiona la fauna salvaje en nuestros campos y ganados, sobre todo los que está ocasionando el lobo, auténtico enemigo de sistema de pastoreo extensivo. En plena campaña de saneamiento ganadero, muchos profesionales se llevan el susto de su vida con vacas positivas a la brucelosis o la tuberculosis, y le asalta la razonable duda de si esa enfermedad se ha trasmitido desde otros animales de explotaciones vecinas, o si por el contrario la fuente de contagio han sido los animales salvajes con los que comparten pastos. Recogida la cosecha de cereal, en una gran parte de Castilla y León se espera que se publique la normativa que permita quemar rastrojos, una normativa que será sin duda muy restrictiva, y que no acaba de pasar los muchos filtros que le están poniendo los técnicos de Medio Ambiente. Si miramos al monte, un día sí y otro también se declaran nuevos incendios forestales que queman superficies de pastos que después quedan vedados durante cinco años, obligando al ganadero a buscar otros asentamientos que no siempre se encuentran. Y en plena campaña de riego, la guardería forestal y la que se encarga del dominio público hidráulico, no cesa en su empeño de restringir el uso de este recurso, a veces de forma absolutamente irracional, como es el caso del riego de los prados en los cauces altos de los ríos donde no se gestiona el agua desde las comunidades de regantes.
Todas estas y otras cuestiones se están abordando, con un cierto éxito, gracias la sintonía que está teniendo el sector con el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez Quiñones. Una sintonía que emana del carácter personal del titular del departamento, pero que no responde a una directriz del Gobierno por hacer compatible el cuidado del medio ambiente con el desarrollo agrícola y ganadero y con la vida en los pueblos. Es probable que al finalizar la legislatura el sector agroganadero haya alcanzado importantes acuerdos con Medio Ambiente, o al menos que exista la percepción de que se ha intentado cambiar las cosas para mejor, pero nos podemos encontrar con que, llegado otro nuevo responsable, los avances se estanquen o de nuevo se retroceda.
En el campo siempre hemos defendido carteras diferentes entre agricultura y medio ambiente, sobre todo porque somos recelosos y creemos que serán más conservacionistas que agraristas. No es descabellado pensar en una dirección única, como ya ocurre en el Gobierno de la nación, pero siempre que la persona responsable esté dispuesta a escuchar a todos, considere al agricultor y ganadero como un aliado y no como un enemigo, y tenga claro que las generaciones futuras, por encima de todo, tendrán que comer, y eso, producir alimentos, es una de las profesiones que más hay que proteger.