Es una pena y una denuncia constante de ASAJA que teniendo garantizada una buena producción, siendo nuestro sector modelo de cómo producir bien y con calidad, no saquemos rentabilidad, y menos aún los jóvenes, que son los que tienen las inversiones más recientes.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León
Hace 25 años, en diciembre de 1991, nacía nuestro periódico, Campo Regional. En aquel otoño habíamos hecho una sementera similar a la de este año, echando toda la ilusión y ganas para obtener una buena cosecha. Esperemos y es mi primer deseo en estos momentos navideños que el verano del 2016 sea mejor que el verano del 92, porque desgraciadamente en estos 25 años ha sido sin duda el peor, catastrófico para los cerealistas y para el ganado de esta tierra. También hay que decir que la inmensa mayoría de los que en estos momentos estamos en plenitud de facultades agrarias con ya años de experiencia a las espaldas, por aquel entonces casi éramos unos chiguitos, como se dice por Palencia, mi tierra. Y muchos de los que en 1991 eran referentes para nosotros ahora están jubilados o por desgracia ya no están con nosotros: a todos ellos, nuestro máximo respeto agradecimiento y reconocimiento.
Sin duda alguna muchas cosas han pasado, desde entonces a ahora. Tres subrayo como fundamentales. La primera, la mejora de las explotaciones, aunque ha ido paralela a una bajada en la rentabilidad y también a una reconversión de los activos, ya que hoy somos menos de la mitad que entonces. La segunda, la PAC, porque justo en esos años se generaliza en nuestro país y eso nos ha acostumbrado a tener unos “aguinaldos” por Navidad, que en muchos casos suponen un buen seguro de renta, pero también nos ha obligado a asumir unos condicionantes agronómicos y cupos de producción que en con frecuencia han perjudicado a la agricultura y ganadería de nuestra Castilla y León. Y la tercera y más importante, el cambio que ha experimentado en estos años el sector, dejando atrás esa imagen de la boina y cachava, y entrando en la era digital, de las nuevas tecnologías y del autoguiado de los tractores.
En resumen, y aunque los precios no sean los justos, los agricultores y ganaderos vivimos mejor que en los años noventa y socialmente estamos en un plan de mayor igualdad con respecto al resto de sectores de la sociedad.
El año que concluimos sin duda alguna ha sido en Castilla y León un año de buenas producciones y de gran calidad. Quizás debemos exceptuar justo lo que siempre es baza segura, el regadío; este año por las lluvias abundantes de la primavera no se pudieron hacer las tareas de siembra en tiempo y forma, y los rendimientos van a ser menores. La cosecha de cereal fue buena, los pastos abundantes, nuestras producciones en leche y carne excepcionales, nuestros viñedos magníficos, la patata obtuvo buena producción… pero los precios, sin embargo, han seguido siendo malos para el sector ganadero, y para mayor desastre se ha sumado la bajada de los cereales. Es una pena y una denuncia constante de ASAJA que teniendo garantizada una buena producción, siendo nuestro sector modelo de cómo producir bien y con calidad, no saquemos rentabilidad a este oficio del que tan orgullosos nos sentimos, y menos aún los jóvenes, que son los que tienen las inversiones más recientes. Por el contrario, los márgenes comerciales de industria y sobre todo de la todopoderosa distribución, se mantiene cada año.
Como somos dados a olvidar las cosas con rapidez, quizás en estos momentos no nos acordemos ya de que el año pasado por estas fechas habíamos pasado por las urnas hacía pocos días, y nadie podíamos pensar que sea ahora, casi un año después, cuando estemos estrenando gobierno, después de volver a pasar por las urnas. Una mala cosa para todos, y especialmente para este sector, que depende mucho de las políticas y presupuestos que determinen los políticos. La falta de gobierno ha hecho que se congelaran compromisos adquiridos en cadena alimentaria, infraestructuras o inversiones, mientras que las multinacionales hayan tenido patente de corso para marcar su propia política, que no es otra que pagarnos lo menos posible e incluso engañar al consumidor con productos importados de baja calidad diciendo que son de aquí.
En este sentido, el mensaje reivindicativo de nuestro sector reclamando esa identificación clara de los productos va calando poco a poco, y los mismos consumidores están valorando el origen. Esa alianza entre los productores y los consumidores es fundamental para que la distribución, aunque sea a regañadientes, vaya colocando en sus lineales de forma preferente los alimentos de la tierra, que ofrecen todas las garantías de calidad y sabor, unos sistemas de producción sostenibles y además repercuten en la economía y sostenimiento de las zonas rurales. Hay que seguir trabajando en este sentido, valorando a las industrias y distribución que hagan las cosas bien, y denunciando a las que lo hagan mal. Y las administraciones tienen que apoyarnos en ese camino, sobre todo cuando son precisamente los políticos los que están todo el día pronunciando la palabra transparencia.
Desde ASAJA, seguiremos trabajando para competir limpiamente, en igualdad de condiciones con el resto agricultores de la UE, pero exigiendo que el consumidor sepa lo que ofrecemos cada uno. Porque nosotros estamos totalmente seguros de nuestro trabajo y de que podemos garantizar que consumiendo lo nuestro consumen lo mejor.
Y, en estas fechas navideñas, no me queda más que transmitir un mensaje de esperanza y optimismo para afrontar 2017, como los agricultores y ganaderos sabemos hacerlo.