En el Día de la Mujer Rural, que se celebra cada año el 15 de octubre, ASAJA pone el foco en los datos, que reflejan que la proporción de mujeres y hombres en la agricultura y ganadería apenas varía año a año. Además de los aspectos económicos y profesionales que pesan a la hora de incorporarse, las condiciones sociales limitan especialmente el asentamiento de mujeres en el mundo rural.
ASAJA considera muy importante que las administraciones analicen esta tendencia, que puede obedecer a distintas causas, desde el tipo de explotación predominante en Castilla y León, con amplia base tierra, hasta una mayor profesionalización de las mujeres agricultoras y ganaderas, a costa de cierta reducción de los activos. Pero en todo caso, “es importante atenerse a los datos, y segmentarlos provincia a provincia, para tratar de apoyar con fuerza a aquellas que desean llevar adelante su proyecto vital y profesional en la agricultura o la ganadería, atendiendo a las necesidades que ellas mismas expresen”.
Aunque las incorporaciones de mujeres siguen produciéndose (alrededor de una de cada 4 es de una mujer), y también las titularidades compartidas, fórmula en la que Castilla y León es la comunidad puntera en España, con 644 TC del total de 1345 nacional, lo esencial es que las explotaciones tengan una dimensión y rentabilidad suficientes para seguir adelante, y eso es complicado, tanto para hombres como mujeres.
El peso de la mujer en los autónomos de la Agricultura permanece prácticamente invariable, ya que en 2019 eran 8.546 en Castilla y León, el 21,6%, y en 2023 sumaban 8.566, el 22,6%. En agricultura por cuenta ajena, los datos de la EPA apuntan que mientras en 2019 las mujeres representaban el 20,8% (13.200) de los ocupados en Agricultura en Castilla y León, en 2023 eran solo el 18,8% (12.125), mientras que en España la evolución fue inversa, 23,2% en 2019 y 24,7% en 2023. En lo que respecta a las ayudas directas, aunque globalmente apenas ha cambiado el porcentaje de mujeres perceptoras de PAC (27,57% en 2023, cuando eran el 27,88% en 2019), hay que tener en cuenta que están diez puntos por debajo de la media nacional. Y aún más preocupante es que el grueso de perceptores de ayudas PAC son los mayores de 65 años, tanto en hombres como en mujeres, pero es precisamente en este tramo donde se agrupa el mayor número de mujeres. En cuanto a las perceptoras de PAC de menos de 40 años, en Castilla y León son solo el 16,13%, cuando en España las jóvenes suman el 24,92% de las PAC.
En segundo lugar, ASAJA subraya el contexto negativo económico actual que puede tener repercusiones aún peores para la frágil red de servicios que existen en la mayor parte de los pueblos. La población de 65 años o más representa en Castilla y León alrededor del 26,7% (un 19% en España), y en muchos pueblos de la comunidad los jubilados representan casi dos tercios de la población. Eso exige un especial esfuerzo para que se garantice en los pueblos el acceso a servicios sanitarios y de atención a la dependencia, lo primero por la dignidad y respeto a las mujeres y hombres mayores, que merecen estar bien atendidos, y también para que las personas en activo de sus familias, más si cabe las mujeres, puedan desarrollar con seguridad una actividad profesional en el medio rural. Hay que tener en cuenta que la tasa de ocupación de las mujeres es inferior a la de los hombres en general, y de forma mucho más acusada en el medio rural, porque las posibilidades de empleo son menores, y eso afecta a su independencia económica.
Para ASAJA, “no se puede ignorar que las debilidades de atención social, sanitaria o educativa en los pueblos gravan todavía más a las mujeres. Para ellas, estas coberturas pesan enormemente a la hora de tomar la decisión de emprender un proyecto profesional a largo plazo como es la agricultura y la ganadería”.