Manuel Pimentel (Sevilla, 1961), ingeniero agrónomo, doctor en Derecho, conocido por su etapa al frente del ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales con José María Aznar, es responsable de la editorial Almuzara desde hace 20 años. En ella ha publicado ‘La venganza del campo’, conjunto de artículos en los que trata de explicar los porqués y cómos de la compleja situación de un sector muchas veces incomprendido, que es imprescindible para la sociedad pero, a la vez, se siente asediado y culpabilizado.
La venganza del campo ¿llegará demasiado tarde para los agricultores y ganaderos, son ellos también víctimas de esa venganza? ¿Quedarán solo grandes empresas?
La dinámica actual ha llevado al punto de ruina y de abandono a muchas explotaciones, mientras que otras, más competitivas, han logrado sobrevivir y crecer. La venganza del campo conlleva subida de la cesta de la compra, bien porque existe menos oferta o bien porque, gracias a avances, a economía de escala y concentración de la oferta, se es capaz de negociar mejores precios. Otro tema, muy importante, es el valor del euro, ahora más barato que antes, que ayuda al productor local al encarecer las importaciones.
Ahora mismo, muchas familias ya no pueden sufragar su cesta de la compra. A la vez, los agricultores y ganaderos no reciben un precio que compense sus costes de producción. ¿No hay solución a esta aparente contradicción?
Es la paradoja en la que vivimos. Queremos comer bueno, bonito y barato, pero sin agricultura ni ganadería. Y claro, eso no funciona…
Castilla y León y España en su conjunto es una gran exportadora de alimentos. En concreto, Castilla y León exporta carne (porcino principalmente pero también vacuno) y vino, sobre todo. También necesitamos importar fertilizantes, que no tenemos, maquinaria, etc. ¿Qué límites tiene la soberanía alimentaria?
España es un exportador neto de alimentos y productos agrarios. Cerrar fronteras sería pegarnos un tiro en el pie. Soy partidario de fronteras abiertas, sí, pero con transparencia y con las mismas reglas de juego para todos, lo que, a día de hoy, desgraciadamente, no se produce.
¿Salirse de la Unión Europea sería una solución o un nuevo problema?
Es mucho mejor permanecer dentro que salir de ella. Pero la Unión Europea, como es natural, también debe avanzar, evolucionar, adaptarse, y eso es obra de todos.
El gran reto de futuro será sin duda el agua. ¿Cree que es posible un acuerdo nacional entre todos para abastecernos?
A día de hoy parece imposible, porque se anteponen criterios ideológicos y políticos a las necesidades ciudadanas. Creo que se podría mejorar en mucho la gestión hidráulica, con respeto al medio ambiente, como no podría ser de otra forma. La realidad es tenaz. Sobra agua en unos sitios y falta en otros…
Estos meses el campo ha salido a la calle. ¿Entiende sus demandas, cree que están en el buen camino?
Los agricultores tenían toda la razón del mundo. Era necesario este golpe en la mesa. Creo que tendrá consecuencias positivas.
Por último, ¿qué pautas cree que habría que seguir para mejorar la imagen social del sector?
Los agricultores y ganaderos seremos valorados en función de lo que la sociedad valore los alimentos. Todavía tendrán que subir más para que seamos conscientes de nuestra dependencia del agro.
Fuente: Campo Regional / T.S.N.