Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León
Si en algún momento pensábamos que la contundente oleada de manifestaciones, en España y en toda Europa, iba a lograr cambiar radicalmente las cosas, lo cierto es que, a día de hoy, tengo mis dudas, a la vista de las últimas decisiones tomadas por la Comisión y el Parlamento Europeo. Me refiero concretamente a la aprobación, con repercusiones negativas y no consensuadas por el sector, de la Directiva de Emisiones Industriales y de Ley de Restauración de la Naturaleza, aunque al menos esta última ha quedado temporalmente bloqueada.
Centrándonos en España, en este mes y medio hemos vivido el periodo más intenso de reivindicaciones, quizás solo equiparable a la recordada ‘Marcha Verde’, con dos diferencias notables. Una, que a principios de los noventa cerca del 20% de la población activa de Castilla y León trabajaba en el campo, y hoy somos apenas el 6 por ciento. Y dos, que la ‘Marcha Verde’ obedeció a un impulso común y organizado globalmente. En esta ocasión, ha habido un reguero de protestas, desde tractoradas masivas a cortes puntuales en carreteras, desde concentraciones frente a la distribución a bloqueo de puertos. Tantas, que algunas casi han pasado desapercibidas, desaprovechando muchos recursos materiales y personales.
También, en la misma línea que en Europa la respuesta de los gobiernos nacional y autonómico ha sido tibia. Planas ha aportado algunos avances en cuestiones de gestión agraria y de papeleo, que tienen que ser concretadas, pero lo cierto es que ni en Madrid ni en Valladolid se ha aportado soluciones trascendentes, ni presupuesto añadido, ni han tenido en cuenta a los ganaderos, ni tampoco ha habido avances en responsabilidades de otros Ministerios, en materia fiscal y de Seguridad Social, o, menos aún, en temas como la gestión del agua y el control de la fauna, y el lobo en especial, porque la ministra Ribera sigue sin abrir la boca, pese a ser responsable directa de buena parte de los problemas del sector.
No se puede olvidar que la agenda de los políticos no es la del campo. Ellos trabajan con el 9 de junio como meta, y si nos dan la razón o incluso arengan las manifestaciones, olvidando que ellos mismos son responsables de lo que ocurre, no es por apoyarnos, sino para arañar unos votos de cara a las elecciones. Y en el otro lado, los partidos que no se mueven de sus posiciones tienen claro que su electorado no es agrícola y que cualquier concesión que nos hagan puede repercutirles negativamente por esa parte de la ciudadanía que antepone sistemáticamente el medio ambiente a cualquier interés del campo.
En este contexto, ya de por sí complejo, han entrado en el tablero plataformas y agrupaciones autodenominadas ‘independientes’, promovidas en algunos casos por líderes que han estado en todas las batallas, principalmente políticas, y que han buscado así su acomodo. Pero también han logrado aglutinar a agricultores descontentos con las organizaciones, que, como todos los seres humanos, tenemos nuestros fallos y no somos perfectas, o simplemente agricultores que nunca estuvieron en ninguna y que esta vez se han dejado llevar. Lo cierto es que, en nombre de la “unidad”, hoy el sector está posiblemente más dividido que nunca. Así lo podrían ver también los gobiernos, la industria, la distribución, que no perderían la ocasión para aprovechar esa imagen de que aquí cada uno hace de su capa un sayo para presionar individualmente al agricultor y al ganadero. Porque la desunión y cuestionar a las organizaciones agrarias representativas es el peor camino para lograr que se acepten las reivindicaciones del campo.
Quizás lo vivido estas fechas no es muy diferente de lo vivido ya en política, cuando hace unos años apareció el movimiento del 15M, y las gentes llenaron las calles y plazas para protestar. Aquello cuajó en un par de partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos, que parecía que se iban a comer el mundo y de los que hoy no queda apenas nada, porque en el tiempo se comprobó que podían dar pocas lecciones a los partidos ya establecidos, al contrario, crearon más problemas aún. Desde ASAJA y como presidente, solo puedo decir que nos esforzaremos por corregir los errores que hayamos podido cometer y por ser cada vez más la organización que quieren los agricultores y ganaderos, porque ellos son ASAJA.