David A. Nafría García, Jefe de Área de desarrollo tecnológico ITACYL
El abonado supone un coste principal para el agricultor, y más este año de precios desorbitados. Para decidir qué se siembra y en cuántas hectáreas hay que contar con todos los datos posibles. Desde el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, David Nafría, Jefe de Área de desarrollo tecnológico, aporta información que puede ser de gran utilidad para el agricultor.
Está a punto de comenzar la que se ha calificado como “sementera más cara de la historia”. Entre los principales gastos está el abonado. ¿Es posible ahorrar en este coste sin que tenga graves repercusiones en los rendimientos o cada kilo no echado de abono tiene traslación en la producción?
Depende de cada circunstancia porque puede haber agricultores que estén sobrefertilizando y un ajuste de las dosis puede no tener impacto negativo en absoluto. En el caso del fósforo y el potasio hay que tener una visión más a largo plazo, por lo que los efectos de una infra-fertilización puntual no es tan problemática. El caso del nitrógeno es más delicado porque la infra-fertilización tiene más efectos directos en la campaña en curso. Pienso que en estas situaciones es mejor repartir lo más posible las aplicaciones de nitrógeno. Ser prudente en fondo con un objetivo de producción conservador, especialmente en secano, y luego ir posicionándose según avance la campaña con aportes complementarios, o usar inhibidores de la nitrificación o de las ureas. También hay que ser conscientes de la disponibilidad de productos orgánicos, es el momento de apostar por ello utilizando estiércol o purín si se dispone: hacer un uso más distribuido de los residuos orgánicos es un gana-gana para todos.
Las empresas de fertilizantes están ofertando formulaciones rebajadas para abaratar un poco unos precios disparados. ¿Puede ser una salida interesante?
Hay que saber lo que se está pagando y hacer las cuentas en unidades fertilizantes reales. Da igual echar un producto que tiene la mitad de la riqueza y la mitad de precio, si tienes que aportar el doble de kilos de fertilizante para cubrir las necesidades del cultivo.
Los estudios con que cuenta la administración, ¿qué datos arrojan sobre el uso de fertilizantes en Castilla y León? ¿Qué disparidad hay en cuanto a provincias o comarcas, cultivos…?
Desde el ITACyL no tenemos datos de uso directo de fertilizantes. A nivel estadístico hay cifras muy “gordas” sobre producciones y consumo a nivel nacional y con cierta territorialización, pero no hay un detalle por cultivos. Hay un cambio regulatorio en marcha drástico en este sentido. En poco tiempo habrá que informar con precisión y referencia SIGPAC del uso de productos fertilizantes. No solo en zonas vulnerables, sino en todo el territorio.
La “cultura del abonado” ¿está más desarrollada en unas producciones que en otras?
Todos sabemos que los cereales, y los cultivos industriales en menor medida, son los grandes necesitados de fertilizantes. Casi todo el desarrollo de variedades que ha permitido incrementos de producción en las últimas décadas se ha basado en el uso más o menos intensivo de fertilizantes. Si esta situación de escasez/carestía se mantiene en el tiempo, la eficiencia de uso del nitrógeno será un factor importante de selección de nuevas variedades.
¿Qué papel pueden haber cumplido en este sentido desde las propias firmas que venden fertilizantes? ¿buscan los agricultores un asesoramiento más independiente?
No creo que se deba generalizar. Me consta que hay verdaderos expertos prestando este servicio para casas comerciales, que orientan a los agricultores a elegir el mejor producto dentro de una gama amplia de opciones que comercializan. Luego tenemos el caso de almacenes que simplemente dispensan cuatro tipos de productos y no prestan un verdadero asesoramiento. Los agricultores deben saber ponderar el conocimiento del asesor y el conflicto de intereses que pueden tener. Podemos pensar que una cooperativa ofrece un asesoramiento independiente, pero también puede tener un interés comercial. Hay diversos productos con principios de acción totalmente diferentes que no pueden analizarse en conjunto. Con productos nuevos, como los estimulantes, o biofertilizantes, debemos tener un espíritu crítico y someterlos a ensayo en la medida de nuestras posibilidades.
¿Qué ofrece el ITACYL en este sentido? ¿Qué herramientas puede utilizar el agricultor para ser más eficiente en el uso de abonos?
Desde el ITACyL estos años nos hemos volcado en proveer de asesoramiento a través de nuevas tecnologías. Para este tema tenemos SATIVUM, que es una aplicación gratuita que se puede utilizar en el teléfono móvil que permite hacer balances de nutrientes con mucho rigor agronómico teniendo en cuenta residuos de cultivos precedentes, propiedades del suelo precargadas, entradas de nitrógeno del agua de riego, etc. Además, te permite hacer un seguimiento del vigor de las parcelas con imágenes de satélite, usando las opciones avanzadas de SATIVUM se puede elegir una estrategia de “mínimo fertilizante”, muy adecuada para la situación en la que los precios sean muy altos. En estas circunstancias hay que hacer una apuesta por las técnicas de agricultura de precisión que nos permiten optimizar el uso del fertilizante. Los autoguiados suponen un ahorro de un 5% de fertilizante, el control de secciones del 8% y la dosificación variable hasta un 50%. Desde el ITACyL estamos trabajando en un nuevo módulo de SATIVUM que facilite la creación de mapas de dosificación variable y asista al tractorista para hacer una fertilización manual variable, aunque no tenga una abonadora de precisión.
¿Qué otros parámetros debemos tener en cuenta para hacer un buen seguimiento de las necesidades de nuestros cultivos?
Relacionado con la tecnología es interesante también el tema de sensores de plantas. Si vamos escasos de nitrógeno hay que hacer un seguimiento más cercano del cultivo para detectar las carencias a tiempo. En esto, las imágenes de satélite tienen el problema de que los efectos de las diferentes causas de estrés se ven tarde y cuando actuamos ya va a haber pérdidas. Por último, recordar el interés de realizar muestras de suelo de las fincas. En el proyecto de Suelos de Castilla y León hay un catálogo de 30.000 muestras de suelo que pueden valer como orientación, pero siempre lo mejor es hacer análisis de suelos de sus parcelas, para conocer su textura, el contenido de materia orgánica, el pH, el contendido de NPK, etc. Con ese conocimiento se puede ajustar mejor las enmiendas o fertilizantes que debe aportar en sus parcelas. La herramienta SATIVUM accede a la base de datos de muestras de suelos y da una aproximación a las propiedades del suelo que tienen todas las parcelas, lo cual es una alternativa mientras se realizan las analíticas.
FUENTE: CAMPO REGIONAL ASAJA CyL