José Antonio Turrado. Secretario general ASAJA Castilla y León
Estamos ante una nueva convocatoria de ayudas para planes de mejora de explotaciones e incorporación de jóvenes al sector agrario, convocada a finales del pasado año, y cuyo plazo finaliza el 15 de marzo. Estas ayudas, convocadas de forma más o menos regular desde hace unos treinta años, y financiadas con fondos de las Unión Europea, del Estado y de la Junta de Castilla y León, han sido un buen acicate para modernizar el campo y para dar un primer empujón a quienes han decidido desde jóvenes quedarse en la agricultura, y digo quedarse porque la mayoría de los incorporados, como cabe pensar, han sido y seguirán siendo hijos de agricultores. En estos momentos la Junta de Castilla y León está convocando con regularidad, está certificando los expedientes en tiempo y forma, está pagando dentro de unos plazos razonables, se está anticipando a los jóvenes el cincuenta por ciento de la ayuda una vez que se le resuelve el expediente de forma favorable, y está dando más facilidades de financiación que en otras épocas gracias al denominado “instrumento financiero” que permite aportar garantías adicionales con dinero público.
Que estas ayudas se convoquen y resuelvan con cierta soltura, y que el país viva una crisis antes de la recuperación de la anterior que ha destruido multitud de empleos y por tanto de expectativas laborales para los jóvenes, está haciendo que las vocaciones para quedarse en el campo hayan ido en aumento en las últimas convocatorias que se han efectuado. Que los jóvenes quieran quedarse en el campo es un hecho positivo, pero lo realmente interesante es que esos jóvenes que deciden enfocar su vida en la explotación agrícola familiar lo hagan con éxito y que perdure en el tiempo, que haya un buen proyecto viable desde el punto de vista técnico y económico. Para esto último, es importante que quienes llegan al sector lo hagan con bases sólidas y no únicamente atraídos por unas subvenciones que pueden llegar a ser “pan para hoy y hambre para mañana”.
Pienso que esta administración agraria a la que le estamos reconociendo que está habiendo bien las cosas resolviendo este tipo de expedientes, por el contrario, no le preocupa demasiado del éxito o fracaso a futuro, ya que en política todo se mide en el corto plazo. Sin embargo, a nosotros, a ASAJA, sí nos preocupa que más allá del número de expedientes tramitados y resueltos cada año estas incorporaciones sean de jóvenes que permanezcan en el sector cumplidos los plazos a los que le obliga la concesión de las ayudas, y que permanezcan con la satisfacción de un pequeño empresario que hace de esto su forma y manera de vida, y que además se sienta orgulloso de ello. En definitiva, que sea un agricultor también vocacional.
Sería bueno que la Junta de Castila y León revisase ciertas condiciones que marca para este tipo de expedientes, como es el fijar un tamaño determinado para la explotación o el incremento de esta cuando se trata de una modernización, ya que ello distorsiona el mercado de la tierra haciendo subir el coste de esta, tanto en compra como en arrendamiento. También debería de fijarse un plazo más largo de permanencia en el sector para no tener que devolver las ayudas percibidas si se deja la profesión. Y, por último, el mejor servicio que la administración puede prestar a los jóvenes es dictar medidas que conduzcan a que los jubilados del campo dejen de forma efectiva las explotaciones permitiendo el verdadero relevo generacional.