Este joven burgalés, nacido en Los Balbases, considera que queda bastante por hacer para mejorar la imagen que la sociedad tiene del profesional del campo, “que sigue siendo mala, desconocen la realidad de nuestro trabajo y se creen que no hacemos más que recibir ayudas por no hacer nada, como el chocolate del loro”.
Esteban dice que en la vida hay que mirar al frente y ser un poco optimista, “porque los palos vienen ya dados”. También es cierto que tiene 33 años, está casi recién casado y siembra cereal, producción que al menos en estos momentos permite conservar cierta ilusión. “Nadie sabe lo que va a pasar, pero yo confío en que los precios se mantengan altos en campañas sucesivas”, dice. Al menos así lo apuntan los mercados mundiales, datos que él periódicamente revisa por internet. La contrapartida está en el precio del gasóleo y, sobre todo, de los fertilizantes. Aún así, por ahora Esteban cree que compensa hacer un buen abonado para conseguir los rendimientos más altos posibles; el tiempo dirá si es más conveniente ir hacia otros cultivos que demandan menos fertilizante, como el girasol, que considera una buena alternativa en el momento actual.
Este joven burgalés, nacido en Los Balbases, considera que queda bastante por hacer para mejorar la imagen que la sociedad tiene del profesional del campo, “que sigue siendo mala, desconocen la realidad de nuestro trabajo y se creen que no hacemos más que recibir ayudas por no hacer nada, como el chocolate del loro”. Es socio de ASAJA, como lo fuera su padre, desde que comenzó en la actividad, “y estoy a gusto, porque es gente competente y que se preocupa por la agricultura”.
Además de a su profesión, dedica el tiempo a la alcaldía de su pueblo, responsabilidad que ocupa desde hace cinco años. “A pesar de ser una localidad pequeña, vamos consiguiendo cosas, no tengo queja. Pienso que por el pueblo de uno se puede y se debe hacer algo y, además, cuando lo consigues te llena de orgullo”.