Vallisoletano, residente en Tordesillas, su explotación actual apuesta principalmente por el regadío.
C.R./ Redacción
Manuel, como casi todos los agricultores de su generación, empezó a ser agricultor cuando, siendo adolescente, echaba una mano a su padre en los meses de verano. Vallisoletano, residente en Tordesillas, su explotación actual apuesta principalmente por el regadío.
En su trayectoria profesional pasó del riego de aspersión a la cobertura, y ahora al pívot, dispositivos que exigen unas inversiones importantes. En cuanto a producciones, cuando se reestructuró el sector remolachero optó por abandonar el cupo y centrarse en otros cultivos, como el maíz y la patata, aunque también tiene algo de guisantes y cereal. Intercala varias producciones para defenderse mejor en un mercado siempre complicado.
Tras la relativa tranquilidad del invierno, en estos días de primavera empieza la campaña fuerte de trabajo: la instalación del riego, los tratamientos de herbicidas… Manuel, socio de ASAJA desde hace muchos años, valora enormemente el apoyo que los agricultores reciben de sus mujeres “siempre dispuestas a echar una mano en la explotación, con el riego, un tractor o lo que sea, es una ayuda importantísima”. Le da lástima la escasa incorporación de jóvenes, y le gustaría que no se perdieran los conocimientos transmitidos de padres a hijos durante tantas generaciones.
En los últimos meses, hay otro tema que le inquieta a Manuel, los robos de material agrícola, que se han multiplicado en su comarca. “Y eso que yo he tenido suerte, relativamente, y no he sufrido tantos daños como otros”, comenta. Pero los hurtos le obligan a extremar las precauciones, incluso a llevarse la batería del motor de riego cada vez que se marcha, y sobre todo le causa una inseguridad tremenda. “A veces tienes que bajar a deshoras, y siempre vas intranquilo, sin saber qué te encontrarás o, lo que es peor, temiendo que te les encuentres allí”, explica.