Aunque nacida en Pedraza, Mari Carmen lleva muchos años viviendo y trabajando en Huertas, un pequeño núcleo de población dependiente del ayuntamiento segoviano de Arcones. Un paisaje precioso pero difícil para el trabajo, con pocas parcelas cultivables, por lo que la ganadería ha sido y es casi la única alternativa
C.R./ Redacción
Aunque nacida en Pedraza, Mari Carmen lleva muchos años viviendo y trabajando en Huertas, un pequeño núcleo de población dependiente del ayuntamiento segoviano de Arcones. Es una zona a la falda de la sierra, atravesada por la Cañada Real Soriana Occidental. Un paisaje precioso pero difícil para el trabajo, con pocas parcelas cultivables, por lo que la ganadería ha sido y es casi la única alternativa. De hecho, de la escasa decena de vecinos que permanecen en invierno en Huertas, tres son ganaderos.
Mª Carmen tuvo hasta hace poco ovino, pero hoy sólo conserva unos cuantos animales “para comer a capricho, más que nada”, y se centra en apoyar la explotación familiar de vacuno de leche, junto a su marido y a su hijo, “porque las veces que hemos recurrido a mano de obra no hemos tenido suerte, no se comprometían con el trabajo”. Tienen unas doscientas vacas, de las que aproximadamente ochenta están en producción. Aunque lleva con ánimo el trabajo, tiene claro que “esto no está recompensado. Es un trabajo sin vacaciones, sin un día libre: se te casa un hijo, y por la mañana estás de madrina y por la noche estás otra vez con las catiuscas”, comenta.
Considera que el contrato lácteo “no ha cambiado apenas nada, porque aquí viene a recoger una empresa y en la práctica tienes que seguir igual”. Lo que más le desajusta el presupuesto son, cómo no, los costes “porque en alimentación se te va lo que no ganas. Pero vives de esto, y sabes que tienes que seguir adelante”. Y lo que más la desespera, son normativas pejigueras: “lo importante es que des leche buena, y ahí están los análisis que lo prueban. ¿Para qué quieren saber cuántas veces cambio las tiras antimoscas?”.