Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León

Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León

En este mundo en el que todo cambia tan deprisa, creo que es importante reconocer los más de cuarenta años de servicio y reivindicación que llevan prestando las organizaciones profesionales agrarias. Contra otros colectivos de intereses minoritarios o particulares, nuestras organizaciones trabajan para lograr soluciones eficaces a los problemas comunes, que son muchos, de los agricultores y ganaderos. Y también, permiten que el sector esté representado y cuente con voz propia en el debate político y social, como bien puede comprobarse en los medios de comunicación.

En la esencia las organizaciones no han cambiado, y siguen siendo cuatro los pilares que las sustentan: la reivindicación, los servicios, la información y la formación. Pero sí han cambiado, y mucho, las estrategias y técnicas para conseguir esos objetivos, como no podría ser de otra forma, porque también cambia la sociedad, la economía y la política, y los agricultores y ganaderos no están en una isla, sino tratando de vadear todas esas variables.

En las organizaciones, como en el sector, hay un antes y un después de la entrada en la Unión Europea. A partir de ese momento, empiezan a llegar fondos muy importantes, pero también muchas normas que cumplir. Unas normas que, pese a que prometan una y otra vez que se simplifican, cada vez son más complejas, mientras que los fondos permanecen igual, y siempre amenazados por recortes.

Hoy, entre internet, las redes sociales y el wasap, cualquiera se nombra a sí mismo experto y nos ofrece información. O más bien propaganda, porque lo que quieren es influir en nuestra opinión, o condicionarnos para comprar algo. En teoría hay más información que nunca, pero también se miente y manipula más que nunca. Por eso, hoy lo más valioso para un profesional del campo es contar con buena información, fundamentada en datos reales, analizada con objetividad y ofrecida a los agricultores y ganaderos para que tomen las decisiones que mejor convengan a sus explotaciones. Eso es lo que hace ASAJA y su equipo técnico, que ni vende burras, ni crea alertas innecesarias, ni esconde los problemas, y al que no mueve otro objetivo que asesorar de la mejor manera posible a nuestros socios.

De alguna forma, la organización agraria ha cubierto el vacío que dejó la desaparición de la antigua red de Extensión Agraria. Es el nexo entre la administración, y su compleja máquina burocrática, y el agricultor y el ganadero, que sabe que en el técnico de su OPA tiene un aliado, con profesionalidad contrastada, experiencia y trato cercano.

Eso es lo que ofrece hoy ASAJA en Castilla y León, en sus 43 puntos de atención, con 130 personas fijas que suman casi 150 en momentos máximos de trabajo. Ya sean las ayudas de la PAC o cualquier otra, incorporaciones o jubilaciones, expedientes de mejora o declaraciones de renta, tramitaciones de escrituras, transmisiones patrimoniales… Todos los temas que a lo largo de su vida profesional afecta a agricultores y ganaderos acaba pasando por nuestras oficinas. Cuando la burocracia de la administración no funciona y bloquea expedientes, son nuestros técnicos los que tienen que calmar el lógico enfado del agricultor; y también son los técnicos los que actúan como puente de unión entre el afiliado y directivos, recogiendo sus opiniones y reivindicaciones.

Hablan los políticos de falta de servicios en los pueblos, como si no lleváramos ya años, y décadas, con el problema, como si hasta ahora no nos hubiéramos dado cuenta. Lo último, o lo penúltimo, es el cierre de oficinas financieras. Muchos se van, pero las organizaciones agrarias resistimos, e incluso ampliamos nuestros servicios. Porque nosotros somos de campo, y nuestro futuro o es rural o no es, no nos vamos a ir a hacer el agosto a otra parte, como hacen los bancos y otros negocios. Estamos comprometidos con el sector al cien por cien.

Y todo ello, sin recibir el tratamiento debido por parte de la administración, que sigue sin cumplir con lo establecido en la Ley Agraria, aprobada hace ya cinco años por las Cortes de Castilla y León, y por unanimidad, no lo olvidemos, en estos tiempos de no ponerse de acuerdo ni para encender la luz. En esa Ley se señalaba que había que reconocer a las organizaciones agrarias como lo que sus hechos demuestran que son: entidades colaboradoras de la administración, piezas imprescindibles para los agricultores y ganaderos puedan hacer su trabajo en la explotación y a la vez cumplir con la burocracia.

Por desgracia, por el momento la Consejería de Agricultura y Ganadería no ha tenido a bien avanzar en esta parte de la ley, que permanece en el cajón. Injusto, porque ese cambio sería valioso, no ya económicamente, sino profesionalmente para nuestros equipos de trabajadores y técnicos. Esperamos que un día, más pronto que tarde, llegue este reconocimiento. De cualquier forma, nuestras oficinas van a seguir levantando la persiana cada día, para atender con profesionalidad, trabajo y cercanía a todos los agricultores y ganaderos de Castilla y León.