José Antonio Turrado. Secretario general de ASAJA Castilla y León
El Comisario de Agricultura, Phil Hogan, tuvo la ocurrencia, en un congreso sobre los bosques y la política forestal celebrado recientemente en Bruselas, de anunciar medidas de apoyo para que cada agricultor foreste una hectárea, con lo que se contribuiría a cumplir con los objetivos sobre el clima y la biodiversidad que se marquen en la nueva PAC. Salvo los agricultores más jóvenes que se han incorporado recientemente al campo en Castilla y León, el resto recordamos una medida similar puesta en marcha por acuerdo de las consejerías de Agricultura y Ganadería y Medio Ambiente, dentro del paquete de la condicionalidad de la PAC, consistente en dejar en las explotaciones un “bosquete” en proporción a la superficie cultivada. Esta medida fue muy contestada por nuestros agricultores, quizás exageradamente contestada, y se terminó suprimiendo después de arduas gestiones de ASAJA de Castilla y León en la persona de nuestro presidente, Donaciano Dujo. Aquellos árboles que había que plantar, y que por cierto regalaba la consejería de Medio Ambiente, no prendían nunca, y cuando lo hacían, aquello se llenaba de malas hierbas y no había forma de sacarlos adelante, aunque es cierto que algunos agricultores lo consiguieron, y hasta se ven ahora bien frondosos. Repito que no he terminado de entender el gran rechazo que provocó la medida en el sector, pero durante algún tiempo era lo más criticado por los agricultores, lo que monopolizaba cualquier asamblea o reunión informativa, y aparcando otras reivindicaciones mayores, parecía que era el mayor de nuestros males.
Mira tú por dónde que el Comisario Hogan, un norteño de donde los bosques son estampa habitual del paisaje, salta ahora al ruedo con una medida de política agraria similar a aquella tan denostada, para aplicarla en toda Europa. Esto a los ojos de alguien de fuera suena bien, no parece que sea lo más caro de todo lo que se financia con la PAC, y por lo tanto es previsible que salga adelante. Me temo que la nueva PAC, esa que está a la espera de que se forme el nuevo Parlamento Europeo y de que haya un consenso político entre los estados miembros de la Unión, contará con una medida consistente en fomentar que cada agricultor foreste una hectárea de su superficie de cultivo. Esperemos que si esto se hace sea con cabeza, es decir, que se destine a ello los terrenos más marginales, los óptimos para forestar, los que no sirven para labores agrarias, bien por su mala calidad o por sus escasas dimensiones, y que se financien suficientemente los gastos de implantación, los de mantenimiento, y el lucro cesante al condenar la famosa hectárea a no ser productiva nunca jamás. Porque una hectárea puede parecer poco, pero su valor medio en Castilla y León no baja de 4.000 euros si es secano y de 12.000 euros si es regadío. Si nos olvidamos de su valor de mercado y nos centramos en los gastos de forestar y de conservar la masa boscosa, y lo sumamos a lo que se deja de ganar al no cultivarla, en 40 años de vida laboral media de un agricultor, la famosa hectárea acarreará un gravamen entre 20.000 y 60.000 euros según sea secano o regadío. Esta es la broma, la ocurrencia, del Comisario Hogan.
Dice la nota de prensa que anuncia la pronto famosa medida del Comisario, que el hecho de plantar cada agricultor una hectárea de bosque contribuirá a crear valiosos ecosistemas, a retener agua, a controlar inundaciones, a evitar la erosión del suelo, a servir de refugio para la fauna, a mejorar la biodiversidad, y a un largo etcétera de bondades. Y digo yo, si esto es cierto, que está por ver, por qué tiene que ser a nuestra costa.