Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de CyL
Mientras los partidos hacen recuento de los votos recibidos ayer y, seguro que no me equivoco, dicen que todos han obtenido una gran victoria, los españolitos de a pie seguimos con lo nuestro, trabajar e intentar salir adelante. Acabando abril, con unas lluvias que, sin permitir recuperar todo lo perdido en los meses de sequía, han dado otro color al campo, los agricultores y ganaderos sabemos que estos días hay que tener ya preparada la solicitud PAC, para lo que la inmensa mayoría acudimos a las organizaciones agrarias, cuyos técnicos nos simplifican enormemente unos trámites complejos y engorrosos.
Este 2019 sumarán menos de 70.000 las PAC presentadas en Castilla y León. Campaña a campaña y más lentamente de lo que sería deseable, el número de solicitudes se va ajustando al de verdaderos profesionales del sector, alrededor de 45.000. De ellos, unos 42.000 son personas físicas y el resto jurídicas, como sociedades, fórmula habitual cuando la explotación la llevan varios miembros de la familia. Junto a esas PAC de explotaciones profesionales, habría que contabilizar alrededor de 10.000 de pequeños agricultores que cobran menos de 1250 euros por expediente, pequeñas explotaciones en las que normalmente se encarga a terceros las tareas agrícolas. Y el resto, cerca de 15.000, son mayoritariamente jubilados, y también algunas personas que están en el sector a tiempo parcial.
Con todo, es cierto que el peso de las explotaciones cien por cien profesionales en la PAC es mucho mayor en Castilla y León que en otras comunidades autónomas de España, porque nuestro sector está mucho más profesionalizado. Este hecho tiene que ser una fortaleza para nosotros, para conseguir que nuestros políticos tengan claro que el motor del sector agroalimentario, pilar básico de la economía regional, son los agricultores y ganaderos profesionales.
Esta de 2019 será la última solicitud PAC que tramitaremos dentro del marco presupuestario 2014-2020. Aun teniendo claro que la normativa seguirá en vigor al menos hasta 2022, el presupuesto comunitario variará, ya que el primer encargo del nuevo Parlamento europeo será elaborar un nuevo marco financiero para el periodo 2020-27. Es decir, mantendremos las mismas normas, pero podría haber menos recursos, lo que implicaría recortes tanto en la PAC como en las líneas dependientes del Programa de Desarrollo Rural.
La PAC, con sus carencias y aspectos mejorables, funciona, cumple sus objetivos con la sociedad europea, y supone un soporte importante para cohesionar el territorio. Como todo lo que funciona, a veces nos acostumbramos a ello, y empezamos a criticarlo y ver solo fallos, arriesgando todo lo conseguido, que es mucho. Basta con preguntar a los abuelos cómo trabajaban y vivían ellos para ser conscientes de la distancia recorrida.
Por ello, de aquí a poco menos de un mes, en las elecciones del 26 de mayo, los agricultores y ganaderos nos jugamos casi más que en las de ayer. Porque de quiénes nos representen en las instituciones europeas dependerá la financiación del sector agroganadero, además de la deriva que tomen las normas que determinan, y hasta qué punto, qué debemos producir y cómo tenemos que hacerlo. Difícilmente pueden defender en Bruselas nuestro sector aquellos que no creen en el papel fundamental de Europa en un mundo cada vez más complejo, ni los que no comprenden el papel clave de los agricultores y ganaderos en la producción de alimentos de calidad y la conservación del medio ambiente y la vida en el medio rural.