Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA Castilla y León
En estos días han celebrado las Cortes de Castilla y León el 35 aniversario de su constitución. Más aún, 40 años, cumplía hace poco nuestra propia organización. Sin duda, y para ello basta preguntar a padres y abuelos, los últimos cuarenta años de España han sido la etapa más próspera y que ha permitido las mejores condiciones económicas y sociales para nuestro país, España. Quizás por esa necesidad que había en el pasado, éramos más humildes y generosos, y más capaces de unirnos para defender lo mejor para todos. No mirábamos tanto lo que nos dividía y nos centrábamos en lo que nos unía para defendernos mejor juntos.
Ahora el panorama es muy diferente. Cada vez nos importa menos lo que le pasa al que está al lado, al hermano o al vecino, y nos creemos acompañados porque estamos conectados al móvil.
Esta sensación se agudiza en nuestros pueblos, tan golpeados por la despoblación. Las nuevas tecnologías nos dan toda la información de lo que ocurre en el mundo, y hoy lo lejano parece cercano y lo cercano, lejano.
Hasta en las propias casas vemos cómo en cualquier reunión familiar abandonamos la conversación y la puesta en común de nuestras ideas por el hecho de estar con un teléfono móvil, pendientes de personas que en realidad nada tienen que ver con nosotros. O lo que es peor, personas a las que solo interesamos para vendernos ideas y propagandas con el único objetivo de lograr su propio provecho.
Si en general ir solo por la vida funciona mal, para nuestro sector es un verdadero suicidio. Cuando el mundo está más y más globalizado, cuando en la agricultura y ganadería cada año quedamos menos, cuando las multinacionales arrasan todo y dominan hasta a los gobiernos, es vital que estemos organizados, como sector, como comunidad y como país.
El sector agrícola y ganadero está acostumbrado a salir a la calle. Algunos pensarán que tendríamos que salir más, y otros que no sirve para mucho, pero el hecho es que pocos sectores están en la calle como el nuestro. Todos hemos participado en manifestaciones, sea en el entorno provincial, regional, nacional o incluso europeo. Las que marcaron un hito fueron las más grandes, a las que todos acudíamos para defender al sector, sin mirar si el agricultor de al lado era igual que nosotros o un poco distinto: teníamos claro que lo que beneficiaba al vecino nos beneficiaba a nosotros. También en esas grandes protestas hubo algunos que se quedaron en casa, criticando desde la barrera, a los que nunca faltan excusas: que si esos son ganaderos de carne y yo de leche; que si aquellos tienen regadío y yo secano; que si yo soy joven y esos pasaron de los 50; que los míos sí que son problemas, y no los del vecino. Y a ti, que te sientes tan diferente de los demás y no quieres apoyar a nadie, ¿quién te defenderá, llegado el momento?
Por eso, cuando salimos a defender sectores como el ovino, tendría que acompañar el campo entero. Cuando vamos a pelear por un gasóleo profesional a un precio justo, tendría que salir el agricultor, pero también el ganadero. Cuando defendemos que haya medidas para afrontar la despoblación del medio rural, tendría que apoyarnos el medio urbano. Y cuando hablamos del medio ambiente, tiene que tenerse en consideración lo que opinan los que en él residen todo el año, los que lo cuidan en beneficio de todos.
En estos tiempos de la bronca diaria y de los espabilados que se creen que se las saben todas, hay que desconfiar de los que nos dan la razón, como a los tontos, y nos prometen soluciones inmediatas y fáciles.
Debemos razonar más, hablar más cara a cara y retomar los valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos. Ellos lo pasaron realmente mal y comprobaron que el fanatismo, la provocación y el enfrentamiento solo llevan a la destrucción. A ver si al chamarilero que nos quería vender una pócima para curar todas las enfermedades le dábamos una patada, y le ponemos la alfombra al charlatán de ahora, el que nos promete que lloverán billetes solo por dar un puñetazo. En tiempos revueltos, más que nunca hay que trabajar juntos, y qué mejor que sumando fuerzas en una gran organización como es la nuestra, ASAJA