Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Ya parece prehistoria el pasado mes de febrero, cuando estábamos todos los agricultores y ganaderos mirando al cielo preguntándonos si ya no iba a volver a llover nunca. Los miedo de entonces poco se parecen a los de ahora, cuando miramos al firmamento justo por lo contrario. El calendario dice que estamos en época de llenar la panera, pero todavía en la inmensa mayoría de las fincas es imposible que las cosechadoras puedan entrar y recoger por fin esta cosecha que hace un mes se apuntaba como algo por encima de la media y que ahora, granizo a granizo, no sabemos exactamente cuántas toneladas va a contabilizar.
Lo que no ha variado, tanto en la campaña pasada como en la actual, es la necesidad vital de contar con un seguro que proteja la explotación. Sea por sequía, sea por pedrisco, la explotación agraria profesional tiene que asumir como un coste fijo el seguro, y también las administraciones han de tener entre sus prioridades la mejora de las condiciones de suscripción. Y esto sintoniza con lo marcado en todas las propuestas de reforma de la nueva PAC, en las que se apunta la necesidad de reforzar los mecanismos de gestión de riesgos.
En este tema en Castilla y León vamos por delante. Nuestro sector es de los más profesionalizados del país, y eso se prueba en el alto índice de aseguramiento, que esta campaña podría alcanzar casi el 80 por ciento del total sembrado. Si tenemos en cuenta la superficie que es de jubilados o personas o empresas que tienen la agricultura como actividad complementaria, podríamos decir que casi el cien por cien de los agricultores profesionales de la Comunidad Autónoma tiene asegurada su producción, principalmente contra los riesgos de pedrisco e incendio, los más devastadores. Por ello, aunque estos días de tormentas continuas nos vayamos a la cama y no peguemos ojo, escuchando los truenos que planean sobre nuestro cereal, sabemos que al menos en una parte estarán cubiertas las pérdidas que puedan producirse.
Cuando escribo estas líneas las tormentas siguen recorriendo una tarde sí, otra también, Castilla y León. Por tanto, todavía no puede conocerse el número exacto de hectáreas afectadas por el pedrisco: hasta el momento, se acercan a 200.000 las hectáreas afectadas, en mayor o menor porcentaje de daño, en algunos casos hasta del cien por cien. Para todas ellas pedimos a Agroseguro que, como otras veces, no nos falle, que ponga todos los medios necesarios para que se periten rápidamente, para que los agricultores no tengan que dejar muestras, que complican la recolección. Y también que se cursen los informes lo antes posible para que se perciban los pagos sin demora, porque si ningún año nos sobra el dinero, después del pésimo 2017 todavía es más necesario para la explotación contar con algún ingreso.
El Sistema Español de Seguros Agrarios es quizás la más importante herramienta de política agraria impulsada en nuestro país. No quiero imaginar qué sería de nuestro sector si, además de todas las dificultades, no contáramos con el apoyo del seguro. El modelo español, aunque mejorable, es bueno, y tiene que ser fuertemente apoyado por las administraciones, más en un futuro, que ya es presente, marcado por el cambio climático.
Hay camino que recorrer para fortalecer al seguro agrario. Esta campaña la Junta recuperaba por fin el descuento en póliza y aumentaba la subvención en algunas líneas, a la hora de formalizar el seguro. Son pasos positivos, aunque quedan otros muchos que dar para ampliar coberturas y actualizar rendimientos, especialmente en algunas comarcas y producciones, y desde ASAJA seguiremos trabajando para ello.