José Antonio Turrado. Secretario General ASAJA Castilla y León
Siempre ha habido un amplio debate sobre el reparto de las ayudas de la PAC. Un debate entre los que somos beneficiaros de las mismas, y un debate del resto de la sociedad que, por el hecho de pagar impuestos, se considera con el derecho a opinar de este asunto. Metidos en el debate, para ganar a la opinión pública hay que hacer demagogia y cuanta más demagogia se haga más fácil es la explicación y mejor te entienden. Pero claro, una organización agraria que defiende intereses profesionales, necesariamente ha de tener un discurso más profundo, un discurso que entiendan los agricultores y ganaderos y que acepten los que toman las decisiones políticas, los que nos gobiernan. Y en esas estamos, en las de opinar sobre una nueva PAC, que queremos se parezca lo más posible a la que tenemos, con ciertos cambios en la línea de favorecer la productividad, de la defensa en el mercado globalizado y de orientar los fondos al verdadero profesional.
Recientemente el FEGA ha hecho públicos los datos de la distribución de las ayudas directas en el ejercicio 2016, correspondiente a Castilla y León, segmentado por sexo y rango de edad. Es llamativo que los mayores de 65 años representen el 32,35% de los perceptores y el 16,21% por ciento de los fondos, porcentaje al que no llegan los menores de 40, que representan tan solo el 9,6% de los perceptores y el 15,64% del total de ayudas percibidas. Algo ocurre en un sector económico en el que los jubilados tienen más peso que los que tienen menos de 40 años, la mejor edad para trabajar y para invertir. Quizás lo que ocurre es que los jóvenes tardan en incorporarse al campo porque no ven claro el futuro, porque tienen que esperar a que se jubilen los padres para quedarse con la explotación, o porque la incorporación no está suficientemente incentivada por los poderes públicos. En la franja de edad de menos de cuarenta años, las mujeres, que representan un 18%, perciben tan solo un 12,5% de los fondos, mientras que a partir de los 65 años las mujeres, que representan el 38,7% del censo, perciben el 32% del total de ayudas para esa franja de edad, lo que pone de manifiesto que hay muchas personas mayores, en gran parte señoras y a la vez viudas, al frente de una explotación. Otra cuestión es si de verdad están gestionando o por el contrario su papel se limita a cobrar las ayudas de la PAC ahora a finales de año.
Y es aquí donde está el debate, a nivel de calle, de la PAC. Los jóvenes se quejan de que están maltratados con las ayudas, aunque en lo que realmente están maltratados es en las dificultades para acceder a la tierra y a los pastos. Los mayores quieren mantener el derecho a percibir unas ayudas y a cultivar la tierra compatibilizándolo con la jubilación, y utilizan como principal argumento de defensa las míseras pensiones que perciben de la Seguridad Social. Y los de la franja de edad intermedia, se quejan de que están en la peor situación posible: ni pueden competir con los jóvenes que tienen más ayudas por el hecho de serlo, ni pueden competir con los jubilados que no cotizan a la Seguridad Social y tienen una pensión que hace de colchón cuando vienen las cosas mal dadas.