En los meses de frío se multiplican los afectados por calefacciones con mala combustión, por eso recordamos las medidas de prevención que hay que tomar con los sistemas de calefacción.
La Agencia de Protección Civil, dependiente de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, recuerda cada año la importancia de adoptar medidas de prevención con los sistemas de calefacción por combustible vegetal para evitar las intoxicaciones por monóxido de carbono. Por desgracia en los últimos días, varias personas han resultado afectadas mortalmente por la inhalación de este gas venenoso.
El peligro de intoxicación por monóxido de carbono estriba en que es prácticamente imposible de percibir por los sentidos, puesto que no tiene olor y es invisible. Por eso, la instalación de sensores de gas en la vivienda es una medida preventiva, para detectar la presencia del gas.
En tres de cada cuatro casos de intoxicación por monóxido de carbono que gestiona el centro de emergencias Castilla y León 1-1-2, el origen del gas se encuentra en sistemas de calefacción con combustibles vegetales, como son el carbón, el cisco, la leña y en muy menor medida, los braseros, glorias, hornos de leña, estufas.
La principal recomendación que puede hacerse para evitar la aparición de monóxido de carbono es que se mantenga siempre ventilada la estancia en la que se coloque una calefacción de este tipo, bien sea dejando abierta una puerta o una rendija en la ventana que permita la circulación del aire puro. Además, es de todo punto desaconsejable colocar este tipo de calefacciones en los dormitorios.
Llama de color azul
En las instalaciones de gas, hay que asegurarse de que todos los equipos de calefacción estén instalados correctamente y realizar las revisiones periódicas por parte de un profesional cualificado. Cuando los aparatos estén en funcionamiento, es importante verificar que la llama que emiten sea del color adecuado -cuanto más azul sea ésta, más perfecta es la combustión-.
Todos los aparatos deben encontrarse en lugares correctamente ventilados y no hay que taponar nunca las rejillas y respiraderos de las distintas estancias de la casa, algo que se hace con frecuencia, por ejemplo los días que hay mucho viento, lo que propicia la falta de oxígeno necesario para una correcta combustión.
En todos los casos, se recuerda la importancia de extremar la vigilancia de cortinas, faldillas, ropa de cama y cualquier otro elemento que sea susceptible de arder al contacto con la llama o los rescoldos del combustible vegetal, pues puede dar origen a un incendio o a la aparición de humo que provoque también la intoxicación.
Revisión de chimeneas
Es peligroso utilizar equipos portátiles, como hornillos, barbacoas, etc., que queman combustible dentro de espacios cerrados. Se deben revisar, además, las chimeneas y los conductos de ventilación antes de comenzar la temporada de frío y después de los episodios de nevadas.
Puesto que el monóxido de carbono es prácticamente imperceptible por los sentidos, la única manera de detectar el comienzo de una intoxicación por este gas es precisamente a través de los síntomas que se presentan en las personas, de ahí que sea recomendable contactar con el servicio de emergencias 1-1-2 con la mayor rapidez. Entre estos síntomas, pueden citarse la aparición súbita de dolor de cabeza de intensidad progresiva, mareos, desorientación, náuseas, dolor general e incluso desvanecimientos.
Llamada al 1-1-2
Si, por desgracia, en algún momento, somos víctimas de una intoxicación por monóxido o nos encontramos en una vivienda en la que hay una concentración alta de este gas, lo primero que hay que hacer es abrir las ventanas para permitir la entrada de oxígeno que ventile el ambiente, contactar con el centro de emergencias 1-1-2 para solicitar ayuda, para lo que se informará del lugar en el que se produce la emergencia, el número de personas que requieren asistencia y su estado. Finalmente, si resulta posible, alejar a las personas afectadas de la fuente de origen del gas.