Desde ASAJA hemos denunciado este comportamiento abusivo de algunas entidades financieras que hacen la reverencia al poderoso, mientras que arremeten contra sus clientes, los agricultores y ganaderos, justo cuando más necesitan apoyo.
Donaciano Dujo. Presidente de ASAJA de Castilla y León
Quedan muy lejos los tiempos en los que había una caja rural o de ahorros casi en cada pueblo, donde conocían a cada cliente por el nombre, y éste era fiel prácticamente desde la niñez hasta la jubilación. Entre las cosas que se llevó por delante la crisis económica estuvo la confianza de la sociedad en las entidades financieras. Aún así, son instrumentos imprescindibles para que la economía funcione, y más aún cuando hablamos de un sector como el agrario y el ganadero. Nuestros bisabuelos recurrían a las cajas para escapar de la usura y poder sobrevivir en ciclos de malas cosechas. Nuestros padres iban cuando compraban su primer tractor, solo cuando ya tenían ahorrada la mayor parte del dinero necesario. Hoy en día, la vida de un agricultor en activo está ligada de principio a fin al banco, desde que hace la primera instalación con un préstamo avalado casi siempre por los padres, pasando por la domiciliación de todos los recibos de insumos necesarios, la venta de la producción, o cuando percibe la PAC, troceada en catorce anticipos, pagos y liquidaciones.
En un año tan catastrófico –y seguimos mirando al cielo– como el presente, quieras o no quieras tienes que contar con las entidades financieras. No ha habido ingresos y necesitas liquidez para afrontar los gastos de sementera y alimentar al ganado. Tras reivindicaciones y negociaciones con las administraciones competentes, Junta y Gobierno nacional, se lanzó un plan de financiación al sector, a través de los avales de SAECA, una sociedad dependiente del Ministerio de Agricultura, que pese a esa naturaleza pública ha dejado fuera a más del 30 por ciento de los solicitantes, justamente los que peor lo están pasando y más necesitaban el préstamo. Pero es que luego llega la segunda parte. Algunos bancos –no es cuestión de poner aquí nombres, pero pregunten si quieren los lectores en nuestras oficinas, donde hay llegado las quejas de los agricultores y ganaderos–, hicieron cuentas y juzgaron que el margen de interés no iba a suponerles beneficio. Eso, después de firmar y acatar el convenio con la administración, y de sonreír para la foto. Los mencionados bancos decidieron que, mejor que presionar a los de arriba, más fácil iba a ser exprimir a los agricultores y ganaderos de uno en uno, cuando humildes llegaran a la ventanilla a pedir su préstamo. Así, al firmar las condiciones, han obligado a agricultores a suscribir productos financieros, sobre todo seguros de vida, con un coste en muchas ocasiones muy superior al de los propios intereses.
Desde ASAJA hemos denunciado este comportamiento abusivo de unas entidades financieras que hacen la reverencia al poderoso, mientras que arremeten contra sus clientes, los agricultores y ganaderos, justo cuando más necesitan apoyo. Hemos advertido a nuestros socios de que, si a la hora de formalizar con el banco el préstamo avalado por SAECA y subvencionado por la consejería de Agricultura, les obligan a suscribir algún producto parafinanciero, hay que denunciarlo porque es ilegal, es sencillamente un fraude. Hemos transmitido nuestra denuncia y disconformidad a la Junta de Castilla y León, que debe velar para evitar estos atropellos. Y por último, hemos pedido al sector que no olvide cómo han actuado unas y otras entidades. Cuando esos profesionales remonten y recuperen sus fuerzas y solvencia económica, ya saben en quién pueden confiar y en quién no.